¿Qué es la sombra?
Es un concepto acuñado por el psiquiatra suizo Carl Gustav
Jung que alude a todos aquellos contenidos psíquicos, y de nuestra
personalidad, que no queremos o no podemos admitir en nuestra conciencia.
Cualidades que nos asustan, que nos avergüenzan, que nos resultan inadmisibles
o que contrastan con nuestros valores, son relegadas a esta zona oscura de la
mente, que nos habita sin que lo advirtamos.
¿Cómo se crea la sombra?
Si podemos observarlas y hacerles lugar en nuestra
conciencia, sin juicio y con compasión, las cualidades rechazadas nos enseñarán
acerca de nosotros mismos y perderán su cualidad oscura.
De niños nos enteramos pronto de que hay conductas que
merecen aprobación y beneplácito por parte de nuestros padres, y otras que
despiertan reprobación y rechazo. A medida que crecemos, las partes rechazadas
de nuestra persona se convierten en una suerte de mochila que cargamos sobre
nuestras espaldas. En su libro A Little Book on the Human Shadow (Un
pequeño libro sobre la sombra humana), el ensayista Robert Bly explica que,
cada vez que de chicos escuchamos admoniciones como “Las niñas buenas no
contestan”, “Los varones no lloran”, o “Eres grande para tener miedo”,
emociones como el enojo, la tristeza y el temor, además de impulsos vitales,
deseos y toda clase de proclividades naturales pasan a engordar esa mochila.
Pero ahí van a parar también cualidades positivas a las que
renunciamos porque “pertenecieron” a otro miembro de la familia (“mi hermana es
la inteligente”, “mi hermano es el talentoso”), dones que fueron poco valorados
(la vocación musical, la afición al deporte), y hasta virtudes como la ternura,
la autoafirmación y la alegría, si en nuestra casa se priorizaba la firmeza, la
obediencia o la seriedad. A estas cualidades positivas desheredadas se las
conoce como “la sombra dorada”.
¿Cómo se expresa la sombra?
Aparece en sueños, en actos fallidos, en chistes que revelan
más que lo que queremos, en el arte que producimos. Cuando no encuentra otro
modo de expresión, se revela en síntomas físicos (bruxismo, gastritis,
jaquecas), psicológicos (culpas, fobias, neurosis, depresión, obsesiones) o
conductuales (accidentes, malas decisiones, auto-sabotajes).
Uno de los principales mecanismos que utiliza la sombra para
ocultarse es la proyección. Si no puedo permitirme sentir determinada emoción,
o ver cierta faceta de mi personalidad, se la “adjudico” inconscientemente a
otro, y así me libero de ella. Pero al ver esa cualidad en otro, me irrito,
porque me trae al recuerdo esa faceta negada.
Veamos un ejemplo: si soy autoexigente y culposa, podría ver
a una mujer tomando sol en una plaza un día de semana y pensar: “¡Qué
barbaridad! ¿Cómo puede ser tan haragana?” Si lo que tengo en sombra es la
autoafirmación, podría ser que me indignen las personas que saben marcar sus
límites. Si lo que tengo negado es mi femineidad, podría tener una aversión
inconsciente por las mujeres, o por los hombres que se permiten expresar su
costado tierno y vulnerable. La irritación no es señal de que en el fondo somos
haraganes, autoritarios o débiles, sino de que necesitamos soltarnos un poco
las riendas en todas esas áreas: permitirnos descansar, poner algunos límites,
amigarnos con nuestra vulnerabilidad.
La sombra dorada, por su parte, no se manifiesta con
irritación sino con admiración exagerada. Si me fascinan las personas con dotes
de liderazgo, es posible que haya en mí un líder que está pidiendo pista. Si me
deslumbran los artistas, puede que albergue un creador que está necesitando
expresarse. Si mi admiración es para quienes se dedican a dar servicio, es
posible que no esté pudiendo ver el brillo de mi propia bondad.
Cuanto más reprimimos una cualidad, con más virulencia se
expresa. Un caso extremo de proyección negativa es la cacería de brujas. La
cacería comienza cuando una persona o un sector de la sociedad “pierde de
vista” algún rasgo oscuro de su psiquis, y se lo adjudica a algún colectivo.
Los casos más resonantes de cacería fueron verdaderos agujeros negros de la
historia: la persecución de “las brujas” en la Europa del siglo XVII, de los
judíos en la Alemania nazi, de los negros en el Estados Unidos esclavista, de las
mujeres por los femicidas, de los homosexuales por los homofóbicos.
La proyección colectiva hace que las personas dejen de ser
individuos y pasen a ser representantes de algún grupo: los haraganes, los
frívolos, los vulgares; los hippies, los bohemios, los ricos, los burgueses;
los blancos, los negros, los orientales; los judíos, los católicos, los
musulmanes.
¿Cómo podemos reconocer nuestra propia sombra, para reapropiárnosla?
Observar qué personas o roles o situaciones nos despiertan
extrema irritación, o gran admiración. Preguntarnos en qué medida esos rasgos
que nos molestan (o nos deslumbran) viven en nosotros. Tener en cuenta que los
rasgos rechazados solo se han vuelto oscuros y ajenos por obra de la represión.
Escribirle una carta a la persona que nos irrita, detallando
todo lo que su forma de ser nos provoca, en forma explícita y sincera. Al
terminar, cambiar el encabezado, y dirigimos la carta a nosotros mismos.
Practicar la auto-aceptación radical. Es importante entender
que todos albergamos un amplio espectro de emociones e impulsos, y que somos
libres de elegir cuáles de ellos actuamos en el mundo. Si podemos observarlas y
hacerles lugar en nuestra conciencia, sin juicio y con compasión, las
cualidades rechazadas nos enseñarán acerca de nosotros mismos y perderán su
cualidad oscura.
En el caso de la coach y el maestro del comienzo, poder
reconocer la dificultad para manejar las propias finanzas, y la inseguridad,
respectivamente, solo haría de ellos líderes más humanos, auténticos y
compasivos. Integrar nuestra sombra es un acto de generosidad para con nosotros
mismos y nuestro entorno, ya que aquello que desconocemos nos posee y actúa por
nosotros, sin el beneficio de la conciencia.
“Tienes que tener tanto una sombra como una fuente de luz” -escribe
el místico Rumi, siempre dado a los buenos consejos, e invita-: “Escucha,
y reposa tu cabeza bajo el árbol del recogimiento”.
Fabiana Fondevila
¿COMO DETECTAR TU SOMBRA DORADA?
Tu sombra dorada se detecta fijándote en las cualidades de
las personas que admiras. Porque como explica Peter Senge1, no conocemos
aquello que vemos sino que vemos aquello que conocemos. Por esta razón, es
imposible apreciar nada en otra persona si no lo poseemos ya en nosotros
mismos.
A nivel práctico, te propongo un sencillo ejercicio. En
conversación con una persona cercana o escribiéndolo:
ALGUIEN A QUIEN ADMIRES. Toma una persona que admires
profundamente. Intenta que sea alguien que conozcas personalmente, pues si se
trata de famosos la versión que tengas de ellos puede estar distorsionada.
En mi caso voy a tomar cosas que admiro de mi amiga Ana, a
quien dicho sea de paso, echo mucho de menos.
DESCRIBE LO QUE VALORAS DE ÉL/ELLA. Describe las cualidades
que más valoras de ella. ¿Cuáles son? ¿Qué impacto tienen en tu vida? ¿Qué
hacen posible para ti y otras personas?
Algo que admiro de Ana es su espontaneidad. Su capacidad de
afrontar cada situación que le plantea la vida con autenticidad y receptividad.
Es un poco despistada, lo que hay que decir que se suma a su frescura ;).
También admiro su bondad y entrega a su propósito de forma desinteresada. Ana
aporta a mi vida la conciencia de que todos estamos conectados más allá de
aquello que aparentemente nos separa. Ana hace posible que siga con mi camino
de forma confiada y determinada a pesar de cualquier dificultad.
PONLO EN PRIMERA PERSONA. Ahora toma lo que has dicho y
ponlo en primera persona. Soy una persona….Mis cualidades son….El impacto que
tengo en la vida de otros es….Y hago posible en la vida de otros…
Soy una persona espontánea. Cuento con la capacidad de
afrontar cada situación que me plantea la vida con autenticidad y receptividad.
Soy un poco despistada, lo que hay que decir que se suma a mi frescura ;).
También soy bondadosa y me entrego a mi propósito de forma desinteresada.
Aporto a los otros la conciencia de que todos estamos conectados más allá de lo
que nos separa. Hago posible que los otros sigan con su camino de forma
confiada y determinada a pesar de cualquier dificultad.
Ahora recibe esas partes que también son tuyas, por derecho
y por deber. Respíralas profundamente. Dales permiso para tomar espacio y
expresarse. Deja que su luz se expanda dentro de ti, y a través tuyo, en
el mundo.
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