Epidemia Psíquica – Paul Levi
El mundo de hoy pende de un delgado hilo, y ese hilo es la psique del hombre.
~ C. G. Jung
Nuestra especie se encuentra en medio
de una epidemia psíquica llamada egofrenia maligna. No reconocemos nuestra
locura colectiva, porque no sólo es tan penetrante, sino tan abrumadoramente
obvia. Todo cuanto se necesita para ver la locura de nuestra especie es abrir
los ojos y mirar lo que le estamos haciendo a los demás, al entorno del que
dependemos para nuestra supervivencia, y a nosotros mismos. ¿Qué posible mayor
evidencia de una psicosis colectiva podíamos necesitar? Nos hemos habituado a
nuestra locura colectiva, pensando en ella como «normal,» lo que es en sí mismo
una expresión de nuestra locura.
Hablando sobre el mayor peligro que
enfrenta la humanidad, Jung dijo: «En efecto, cada vez es más evidente que no
es el hambre, no son los terremotos, no son los microbios, no es el cáncer,
sino el hombre mismo, el que es el mayor peligro para el hombre, por la
sencilla razón de que no existe una protección adecuada contra las epidemias
psíquicas, que son infinitamente más devastadoras que la peor de las catástrofes
naturales. El peligro supremo que amenaza a las personas, así como a naciones
enteras es un peligro psíquico. La razón ha demostrado ser totalmente
impotente, precisamente porque sus argumentos tienen un efecto sólo en la mente
consciente y no en el inconsciente. El mayor peligro proviene de las masas, en
el que los efectos del inconsciente se apilan acumulativamente y la
razonabilidad de la mente consciente se reprime. Toda organización de masas es
un peligro latente tanto como un montón de dinamita. Da rienda suelta a efectos
que nadie quiere y que nadie puede detener. Por tanto, es altamente deseable
que un conocimiento de psicología se extienda para que los hombres puedan
comprender el origen de los supremos peligros que les amenazan. No armado hasta
los dientes, cada cual por su cuenta podrán defenderse las naciones a sí mismas
a largo plazo de las catástrofes espantosas de la guerra moderna. El
amontonamiento de armas en sí es un llamado a la guerra. Más bien se deben
reconocer esas condiciones psíquicas en las que el inconsciente [como un
tsunami] revienta los diques de la consciencia abrumándola.
El proceso fundamental que subyace a
lo que colectivamente se está representando en el escenario mundial es de
naturaleza psíquica, lo que quiere decir que su origen está en la psique. Lo
que está siendo actuado políticamente, socialmente y económicamente es una
manifestación o expresión de lo que está pasando en las profundidades del
inconsciente colectivo de la humanidad. Es por esto que Jung dijo: «Ya no
podemos darnos el lujo de subestimar la importancia del factor psíquico en los
asuntos mundiales.»
Estamos tan absorbidos de manera
inconsciente y en reaccionar a los acontecimientos en nuestro mundo, que no nos
hemos dado cuenta de los procesos psíquicos más profundos que están in-formando y
dando forma a lo que estamos actuando acabo como la historia. Jung comentaba
sobre esta situación cuando dijo: «Cuando nos fijamos en la historia humana,
sólo vemos lo que ocurre en la superficie, e incluso esto se distorsiona en el
espejo desvanecido de la tradición. Pero lo que realmente ha estado sucediendo
elude la mirada inquisitiva del historiador, porque el verdadero acontecimiento
histórico se encuentra profundamente enterrado, experimentado por todos y observado
por ninguno. Es el más privado y más subjetivo de las experiencias psíquicas.
Las guerras, dinastías, agitaciones sociales, conquistas y religiones no son
más que los síntomas superficiales de una actitud psíquica secreta desconocida
incluso para el propio individuo.»
Lo que nosotros, como especie, hemos
estado inconscientemente y destructivamente representando a cabo en la historia
humana, es una experiencia que origina en la psique y cuyo medio de expresión
es el escenario mundial.
Es muy peligroso cuando millones de
personas caen juntas en su inconsciente y lo exteriorizan en masa. Jung dijo,
«Las masas son siempre caldo de cultivo de las epidemias psíquicas, los
acontecimientos en Alemania son un ejemplo clásico de esto.» La psicología de
masas, que es un fenómeno-rebaño basado en el miedo, se convierte entonces en
el orden del día. Las psicosis de masas conducen inevitablemente a un
comportamiento criminal. Cuando se habla de Alemania en la década de 1930, Jung
parecía inquietantemente profético cuando dijo que «… cayó presa de la
psicología de masas, a pesar de que de ninguna manera es el único país
amenazado por este peligroso germen.»
Cuando caemos presa de conformidad a
la psicología de masas, nuestro inconsciente nos hace propensos a ignorar
potencialmente y negar nuestras percepciones individuales y así regalar nuestro
poder a los demás, que es el «pensamiento de grupo» característico de las
sectas. Entonces nos vamos desasociando de nuestra capacidad de discernir entre
nuestra fantasía de la imagen interna de lo que creemos de ser verdad, y la
realidad de lo que realmente está sucediendo, lo que es un signo de locura.
Caer colectivamente en el miedo nos
permite ser fácilmente manipulados y controlados por los líderes quienes ellos
mismos han caído presa de la potencia de tracción de la sombra. Entonces
estamos mutuamente alimentándonos de y alimentando a la inconsciencia de los
demás. Una vez que las emociones tales como el miedo alcanzan un cierto tono,
dijo Jung, «…la posibilidad de la razón teniendo algún efecto cesa, y su lugar
es tomado por los lemas y quiméricas de deseos fantasiosos. Es decir, resulta
en una especie de posesión colectiva que se desarrolla rápidamente en una
epidemia psíquica. »
Aunque hablando de la Primera Guerra
Mundial, Jung podría fácilmente haber estado comentando sobre nuestra actual
guerra global contra el terror, cuando dijo:
«A nadie se le ocurrió siquiera preguntar exactamente quién o qué había causado
la guerra y su continuación. Nadie se dio cuenta de que el hombre europeo
estaba poseído por algo que le privó de toda voluntad. Y este estado de
posesión inconsciente seguirá sin inmutarse hasta que los europeos se asusten
de nuestra omnipotencia divina [siendo identificada inconscientemente con e
inflada por un arquetipo]. Tal cambio puede comenzar sólo con individuos,
porque las masas son bestias ciegas, como ya hemos podido comprobar a un alto
coste.»
Una epidemia psíquica es un sistema
cerrado, es decir, que es insular y no está abierto a comentarios ni reacciones
del mundo «exterior.» La reflexión de los demás, en lugar de ser mirada e
integrada, es perversamente mal interpretada para apoyar la acordada ilusión
uniendo mutuamente a la psicosis colectiva. Cualquiera que rete esta realidad
compartida es visto como una amenaza y es demonizado. Un campo impenetrable se
conjura en torno a la psicosis colectiva que resiste literalmente la
consciencia. Para nada sirve intentar hablar racionalmente con un seguidor de
Bush, por ejemplo, porque su capacidad de razonamiento ha sido desarmada.
La fuente subyacente de lo que se está
escenificando en nuestro mundo es la propia psique. Jung señaló esto cuando
dijo: «Superior a todos los peligros físicos son los tremendos efectos de las
ideas delirantes…. Las potencias mundiales que gobiernan sobre la humanidad,
para bien o para mal, son factores psíquicos inconscientes, y son ellos los que
traen la inconsciencia a la existencia…. Estamos inmersos en un mundo creado
por nuestra propia psique.»
Para ser de beneficio autentico, tenemos
que entender la dinámica a la raíz de esta epidemia psíquica. Si no entendemos
las raíces psíquicas de nuestra situación en el mundo actual, estamos
condenados a repetirla inconscientemente, y continuamente a recrear la
destrucción sin fin. Reconociendo el origen psíquico de lo que se está
escenificando en el escenario mundial es la misma comprensión que el más
profundo subyacente proceso psíquico nos está revelando.
¡ESTA LLEGANDO EL INCONSCIENTE!
Jung sentía que «El gran problema de
nuestro tiempo es que no entendemos lo que le está sucediendo al mundo. Nos
confrontamos a la oscuridad de nuestro alma, el inconsciente.” Es como si
nuestra sombra, tanto personal como arquetípica, nos ha agarrado y está
revelándose a nosotros, mientras se escenifica a través de nuestro
inconsciente. Esto es particularmente peligroso porque este proceso está
ocurriendo inconscientemente. Cuando escenificamos y damos forma y figura a
nuestro inconsciente sin ser conscientes de lo que estamos haciendo, el
resultado es siempre destructivo.
Jung llegó a decir: «Este es un
momento sumamente peligroso y nos enfrentamos a un problema jamás conocido en
la historia consciente del hombre. No se puede comparar con los primeros
tiempos del cristianismo, ya que el movimiento no provino de la sangre, sino
que vino desde arriba, una luz que brilló progresivamente. Esto no es una luz,
sino una oscuridad, los poderes de las tinieblas se aproximan.»
En lugar de Dios encarnado en Su
aspecto de luz, es como si los poderes de las tinieblas estuvieran saliendo de
esconderse en las sombras y se muestran a sí mismos. El lado oscuro de nuestra
naturaleza, o incluso podríamos decir la sombra de Dios, se está revelando y
encarnando a través del inconsciente de la humanidad.
Somos una especie poseída. Nuestra
especie ha sido aprehendida por una energía más potente que nos ha hecho suya,
escenificándose a cabo por sí misma a través de nuestro inconsciente. Jung
dijo: «La locura es posesión por un contenido inconsciente que, como tal, no es
asimilable por la consciencia, ni puede ser asimilada ya que la existencia
misma de tales contenidos es negada.» Estando inconscientemente «poseídos por
contenidos psíquicos autónomos, «Jung dijo: «…desordena y trastorna el cerebro
de los políticos y periodistas que involuntariamente dan rienda suelta a
epidemias psíquicas en el mundo.» El inconsciente en sí se está encarnando
haciéndose visible mientras alista a gente a su servicio a fin de dar forma y
figura a sí mismo. Entonces nos convertimos en agentes inconscientes a través
del cual el inconsciente está literalmente materializándose a cuerpo completo.
En la medida en que somos apoderados por el inconsciente, sin saberlo, nos
convertimos en «agentes secretos» a través del cual se propaga, siendo nuestro
«secreto» un «secreto» incluso para nosotros mismos.
Lo qué está siendo escenificando en el
cuerpo político es reflejo y expresión de lo que está ocurriendo en lo profundo
del inconsciente colectivo de toda la humanidad. Como en un sueño, la
demarcación se ha disuelto entre el interior y el exterior. El proceso interno
del inconsciente se ha derramado fuera de nosotros mismos, y se expresa a sí
mismo a través del medio del mundo exterior. El inconsciente es no-local, lo
que significa que no está limitado por el tiempo o el espacio, y siendo
multi-canalizado, puede expresarse tanto en el interior y/o exterior. El
inconsciente se está revelando sincrónicamente mediante la configuración de
eventos en el mundo exterior para dar forma y figura a sí mismo. Lo que está
sucediendo en nuestro mundo ES la expresión del inconsciente y se manifiesta
en, como, y a través de las formas de nuestro mundo.
A medida que rastreamos la egofrenia
maligna, descubrimos que sus «huellas dactilares» se encuentran en esos lugares
de nuestras vidas en donde somos inconscientes de la correspondencia entre lo
interno y lo externo. La egofrenia se manifiesta cuando no estamos en modo
«auto-referencia,» o auto-reflexivos, sino en «la referencia al objeto,» con
fijación en el problema como si estuviese fuera de nosotros mismos. Entonces
nos escindimos de nuestro estado primordial de totalidad unificada, y
experimentamos el universo como algo ajeno e independiente a nosotros mismos.
Al reconocer la co-relación y
correlación entre lo que está sucediendo en el mundo exterior y dentro de
nosotros mismos la alquimia transforma la egofrenia. El reconocimiento de la
naturaleza desleída de la no localidad periférica de la egofrenia, auto-libera
los efectos tóxicos del patógeno. La dimensión de auto-revelación de la
egofrenia está en el reconocimiento de la correspondencia existente en cada
momento entre lo que está sucediendo en el mundo exterior y dentro de nosotros
mismos.
Estamos viviendo en un momento de
tiempo verdaderamente histórico en el que el interior se revela a sí mismo como
el exterior y viceversa, ya que el inconsciente vive un parto a
través de nosotros. El inconsciente simultáneamente velando y revelándose ante
nosotros, mientras se escenifica a través de nosotros. Mientras este proceso
más profundo sigue pasando desapercibido, no obstante, seguirá siendo
escenificado destructivamente.
La buena noticia es que una comprensión
más profunda está potencialmente disponible para nosotros en esos momentos
singulares del tiempo. Los tiempos en los que vivimos son verdaderamente
iniciáticos. Cuando el inconsciente aparece en forma de cuerpo completo, activa
un proceso inconsciente más profundo en todos nosotros. El reconocer y
metabolizar lo que se revela y se activa en nosotros es el hecho mismo que
puede redimir y transformar nuestra situación. Esta toma de consciencia se
produce por intermedio de nuestra consciencia, que es la misma cosa que está
siendo revelada. Reconociendo lo que se nos ha revelado es el mayor servicio
que podemos hacer, no sólo para nosotros y para toda la humanidad, sino también
para Dios, por así decirlo.
IGUAL QUE ALEMANIA EN LOS AÑOS 1930
El proceso psíquico fundamental
subyacente a nuestra situación actual tiene algunas similitudes con lo que se
escenificó en Alemania en la época de los años 1930. Hablando por aquel
entonces, Jung podría muy bien haber estado hablando de nuestro mundo moderno,
cuando dijo: «La lucha entre la luz y la oscuridad se ha roto por todas partes.
La grieta recorre a través del mundo entero, y el fuego que incendió Alemania
en llamas arde lentamente donde quiera que miremos. La conflagración que se
desató en Alemania fue el resultado de las condiciones psíquicas que son
universales.»
La mítica contienda eterna entre la
luz y la oscuridad, cuya fuente es la psique, y cuyo escenario es el escenario
mundial, no sólo subyace a lo que sucedió en Alemania, pero está en el fondo de
lo que se está actuado colectivamente en el mundo de hoy. Lo que se escenificó
con el ascenso del fascismo en Alemania fue la manifestación de un proceso
psíquico más profundo no reconocido que, de tipo fractal, ha estado
infinitamente recreándose de manera destructiva a lo largo de toda la historia
humana. Si no somos capaces de reconocer este subyacente proceso fundamental,
universal, psíquico ─ sea en Alemania en la década de 1930 o actualmente ─ el
resultado es una psicosis colectiva destructiva. Jung entendió claramente esto
cuando dijo: «El fenómeno que hemos presenciado en Alemania no fue nada menos
que el primer brote de epidemia demencial, una irrupción del inconsciente en lo
que parecía ser un mundo bastante bien-ordenado. Una nación entera, así como incontables
millones pertenecientes a otras naciones, fueron barridos en la empapada locura
sangrienta de una guerra de exterminio. Nadie sabía lo que le estaba pasando,
menos aún los alemanes, que se permitieron ser conducidos al matadero por sus
psicópatas líderes como ovejas hipnotizadas.»
Al igual que Alemania, nos encontramos
en medio de una psicosis colectiva. Como un volcán, el inconsciente ha
erupcionado en nuestro mundo, y no reconocido, está causando estragos, ya que
actúa inconscientemente, a través de nosotros.
TODOS LLEVAMOS UN BUSH EN EL INTERIOR
Podríamos decir que George Bush, ya
que, literalmente, ha sido apoderado por el inconsciente, es un encarnamiento
vivo o encarnación del inconsciente en forma humana. En otras palabras, Bush es
un símbolo, vivo que respira, en forma de cuerpo completo, del estado de «ser
inconsciente.» Al reconocer que George Bush es un símbolo que nos refleja de
vuelta nuestra propia inconsciencia, es comenzar a obtener mejor visión y
perspicacia, y por lo tanto, de integrar esta parte inconsciente de nosotros
mismos.
Hablando sobre una situación en que un
grupo es absorbido por la psicología de masas, Jung comentó: «Tan pronto como
la gente se reúna en masas y sumerjan al individuo, la sombra se moviliza y,
como demuestra la historia, incluso puede ser personificada y encarnada.» Bush
es la viva personificación o encarnación de nuestra propia sombra inconsciente.
Jung declaró: «El futuro de la
humanidad depende en gran medida del reconocimiento de la sombra.» Esto quiere
decir que el futuro de la humanidad depende de que suficientes de nosotros
reconozcamos la sombra que se nos revela a través de la figura de George Bush.
Reconociendo nuestra sombra que se refleja a través de Bush es el acto que nos
inocula contra los efectos negativos de la psicosis colectiva. Si pudiéramos
ver nuestra sombra, en palabras de Jung, «…seríamos inmune a cualquier tipo de
infección moral y mental.»
Reconocer que George Bush es una
imagen reflejada de nuestra propia sombra inconsciente es darnos cuenta que el
mal que vemos a George Bush escenificar y de ser un instrumento, es algo que
nosotros también somos capaces de hacer. Jung dijo: «Nadie es inmune a una
perversidad a escala nacional si no está inquebrantablemente convencido del
peligro de su propio carácter de estar contaminado por el mismo mal.» El
reconocer nuestro potencial, en cualquier momento, el dormirse e
involuntariamente convertirse en un agente de la oscuridad es llegar a ser
físicamente inmunizados de caer presa de la infección malvada de la egofrenia.
Jung continuó diciendo: «Pero la
inmunidad de la nación depende por completo de la existencia de una minoría
dirigente inmune al mal y capaz de combatir el poderoso efecto sugestivo.» Al
reconocer la sombra que se revela como nuestra, somos capaces de conectar con
los demás y en colaboración juntar nuestra lucidez colectiva para abrazar de
forma creativa, expresar y transmutar esas energías de sombra en beneficio de
todo el campo.
Al reconocer nuestra sombra según nos
es reflejada a través de la figura de George Bush es una lección de humildad.
Aunque aterradora de contemplar, todos tenemos un George Bush en el interior.
En última instancia, no estamos separados de George Bush. La compasión surge
espontáneamente desde esta apreciación.
Jung supuso acertadamente que, «Los
tal llamados líderes son los síntomas inevitables de un movimiento de masas.».
Tanto Hitler como Bush han sido «ideados» para expresar la sombra inconsciente
de su época. Hablando del pueblo alemán, Jung dijo: «Al igual que el resto del
mundo, no entendían donde yacía la significancia de Hitler, que simbolizaba
algo en cada individuo…. Representó a la sombra, la parte inferior de la
personalidad de todo el mundo, en un grado abrumador, y ésta fue otra de las
razones por las que se enamoraron de él.
Para enfatizar su punto incluso más
allá, dijo Jung de Hitler, «El pueblo alemán nunca habrían sido embaucados ni
se hubieran dejado llevar tan completamente si esta figura no hubiese sido una
imagen reflejada de la histeria colectiva alemana.»
Al igual que Hitler en Alemania, Bush
es un reflejo de la locura personificada en las profundidades de la psique
colectiva norteamericana. Bush, literalmente, ha sido ideado a la encarnación
para encarnar y reflejarnos de vuelta el estado de nuestra inconsciente locura
colectiva. Jung señaló que, «Una situación política es la manifestación de un
problema psicológico paralelo de millones de individuos. Este problema es en
gran parte inconsciente (lo que lo convierte en uno particularmente peligroso.
Cualquier cosa con la que no tengamos
relación consciente nos posee por detrás, por debajo de nuestra consciencia
desvelada, y actúa por sí sola a través de nosotros de manera destructiva. Para
citar a Jung, cuando el inconsciente es activado y, «…sin ser entendido
conscientemente, uno es poseído por él y por lo tanto obligados a su objetivo
fatal [que es siempre destructivo].» Es debido a la posición de poder de Bush
que nuestra situación es tan peligrosa, porque él es capaz de representar y dar
forma y figura al inconsciente en el escenario mundial de manera que cree
sufrimiento interminable y la devastación para todo el planeta.
SOMOS UNA ESPECIE ENLOQUECIDA
En la figura de George Bush, estamos
en colaboración ideando alguien a encarnar, personificar, y reflejar esta parte
inconsciente de nosotros mismos para que objetivamente podamos verla. Nuestra
proyección exteriorizada e ideada en la materialización a cuerpo completo, esta
parte dormida de nosotros mismos es a la vez el modo en el que nos estamos
haciendo conscientes de y en la integración de este aspecto inconsciente. Desde
este punto de vista, George Bush es realmente un gran Bodhisattva, ya que
alguien tenía que desempeñar este papel increíblemente difícil e impopular.
Sólo aquel que es agarrado tiene un
efecto de agarre y sugerente sobre el resto. Bush ha sido embargado por el
inconsciente, como si una energía más profunda, más potente estuviera actuando
por sí sola a través de él. Cuando cualquiera de nosotros es aprehendido,
momentáneamente perdemos nuestra humanidad y desarrollamos un cierto encanto o
carisma, que tiene un efecto de enganche o encantador sobre los demás.
Curiosamente, ser «embargado» está relacionado con la palabra «arrobamiento.»
Cuando un grupo como Bush y sus partidarios son tomados colectivamente por las
fuerzas inconscientes más poderosas, Jung tenía esto que decir: «…delirios
campaban a sus anchas en todas partes, y la gente comenzó a creer las cosas más
absurdas, al igual que hacen los posesos.
Ideado oníricamente para encarnar el
estado de estar inconsciente, George Bush activa simultáneamente el
inconsciente en el campo en un circuito de co-surgimiento retroalimentado
recíprocamente. El ver el inconsciente que se expresa a través de Bush
desencadena una frecuencia de resonancia correspondiente inconsciente en
nosotros mismos, ya que todos somos interdependientes y estamos interconectados
en este universo no local nuestro. Esto quiere decir que es imposible ver el
inconsciente, tal como emana de George Bush, y no tener nuestro propio
inconsciente activado.
Hablando acerca de los peligros de
tener el líder de un país tan dormido, dijo Jung: «Lo impresionante sobre el
fenómeno alemán es que un hombre, que está obviamente, ’poseído,’ ha infectado
a toda una nación hasta el punto de poner todo en marcha comenzando a rodar en
su curso hacia la perdición.» Es como si el líder que está escenificando su
inconsciente fuera un megáfono catalizando el inconsciente en el campo hasta el
punto de poder potencialmente desencadenar una catástrofe masiva. Hablando de
este peligro de contagio psíquico, dijo Jung, «Tal vez en una época más
iluminada un candidato a un cargo gubernamental tendrá que tener certificado
por una comisión psiquiátrica que no es portador de bacilos psíquico.»
Si intentamos relacionar a Bush y sus
partidarios antes de metabolizar lo que se ha desencadenado en nuestro
inconsciente, sólo fortaleceremos la parte inconsciente de ellos (y nuestra) en
un ciclo interminable, lo que perpetúa la polarización en el campo. Si nos
polarizamos en contra de Bush y sus seguidores, estamos desapercibidamente
alimentando y apoyando su posición polarizada ─ entonces estamos situados tanto
en nuestro inconsciente como lo están ellos. Estamos entonces inconscientemente
reaccionando a la parte inconsciente de nosotros mismos, que ellos encarnan.
Les estamos haciendo la misma cosa a aquellos que nos están haciendo a nosotros
en un bucle de retroalimentación auto-generado sin resolución, como si fuéramos
espejos reflejándonos unos a otros.
Al inconscientemente reaccionar de
esta manera, somos cómplices de la promulgación de la compulsión a la
repetición del alma traumatizada de la humanidad. Somos una especie traumada.
Al no reconocer que estamos reaccionando a nuestro reflejo de espejo, estamos
ideando la misma situación contra la que estamos luchando. Somos una especie
enloquecida.
Lo que está sucediendo en el mundo
exterior se relaciona con, y es un reflejo de, lo que está sucediendo dentro de
cada uno de nosotros. ¿Realmente creemos que el estado del mundo no tiene nada
que ver con nosotros, que lo que está sucediendo a nivel mundial no está
expresando algo que está en nosotros mismos? Creer que lo que está ocurriendo
en el mundo de hoy no está relacionado con nosotros es la fantasía disociada de
una persona que se ha vuelto loca. No podemos desligarnos de la ecuación y
separarnos de lo que está sucediendo en el mundo, porque somos la fuente de lo
que está ocurriendo en el mundo. La experiencia de nosotros mismos como algo
separado de la epidemia psíquica que está sucediendo «allá afuera» es en sí
misma una expresión de nuestra locura.
Lo que está pasando en el mundo es una
exteriorización de nuestra propia locura, que se nos revela a través de un
mundo enloquecido. Hemos en colaboración ideado nuestra locura a la encarnación
en toda regla, escenificándola de manera colectiva hacia fuera en el escenario
mundial con el fin de (potencialmente) ser consciente de, en última instancia,
a sanar, y por lo tanto integrar esta parte loca de nosotros mismos.
Hasta que nos demos cuenta de que hay
una psicosis colectiva entre nosotros, somos su instrumento involuntario.
Entonces estamos alimentando la locura colectiva a través de la negación de
nuestra propia locura, que es simplemente una locura el hacerlo. La negación de
nuestra negación es realmente desesperante, lo que quiere decir que nuestro autoengaño
es una actividad loca de decisiones, tanto para nosotros como para los demás.
El darnos cuenta que estamos jugando
imperceptiblemente un papel en la creación de esta psicosis colectiva es
reconocer que una parte de nosotros está loca. Paradójicamente, la propia
realización de nuestra locura nos re-conecta con nuestra salud mental básica.
Al darnos cuenta de nuestra complicidad en la locura imperante instantáneamente
nos despierta de un trance colectivo y nos permite ser de beneficio para los
«otros,» que reconocemos como partes de nosotros mismos que se han quedado
dormidas.
UN CAMPO UNIFICADO MÁS PROFUNDO
El inconsciente impregna todo el campo
de la consciencia humana y se está expresando a través del campo en las
interdependientes y correlacionadas figuras de Bush, sus partidarios, y todos
los que inconscientemente reaccionan contra ellos. Todos somos interconectadas
partes de un sistema entero o un campo, y estamos recogiendo roles en este
proceso o campo unificado más profundo. No estamos separados. Este campo
unificado más profundo, que está in-formando y dando forma a los
acontecimientos en nuestro mundo, es la misma cosa que estos eventos están
reflejando de nuevo a nosotros para ser reconocidos. Cualquiera de nosotros que
reconoce que todos estamos sufriendo un caso de locura colectiva se suma a la
luz de la consciencia en el campo, ayudando a transformar y des-encantar la
oscuridad subyacente. El reconocer esto es dar un paso al instante, de ser
involuntariamente un instrumento para la alimentación, el apoyo y la creación
de la destrucción, y a convertirse en un agente de compasión que puede ser de
beneficio genuino para los demás.
La psicosis colectiva que impregna
nuestro planeta es un fenómeno de campo y necesita ser contemplado como tal. Esto
significa que la psicosis colectiva necesita NO ser vista a través del lente
del yo separado, que por su naturaleza objetiviza y patologiza a
las personas individuales, que se creen que existen independientemente de
nosotros mismos. En lugar de referenciar cualquier parte del campo como una
entidad aislada, es importante contemplar todo el campo interdependiente como
el «medio» a través del cual la psicosis colectiva está articulándose. Sí,
George Bush está loco, Y él es un reflejo de esa parte de todos
nosotros que está loca. La razón por la que es tan difícil para nuestra cultura
el reconocer la locura de Bush se debe a que nuestra propia cultura está loca.
La locura de Bush es la nuestra.
El hecho de que la comunidad de salud
mental, que debería estar preocupada por la higiene psíquica (personal y
colectiva), ni siquiera se ocupa de la cuestión de una psicosis colectiva es un
claro indicio de que la comunidad de salud mental está en sí incrustada en y
por lo tanto, infectada con la mismísima epidemia psíquica que debería estar
estudiando. El hecho de que las raíces psíquicas subyacentes de nuestra crisis
actual del mundo ni siquiera sean parte de nuestro diálogo planetario es en sí
mismo una expresión de la inconsciencia generalizada inherente a la epidemia
psíquica. Nuestra falta de consciencia de la existencia de una epidemia
psíquica es en sí misma un síntoma de la epidemia psíquica.
El reconocer que la psicosis colectiva
aumentando desenfrenadamente en nuestro planeta es un fenómeno de ámbito, es
desarrollar una visión global más amplia en la que salimos de la identidad
ilusoria que imagina que somos entidades discretas separadas una de la otra.
Como el budismo señala, esta toma de consciencia de nuestra interconexión es
inseparable de la luz de la compasión. Para decirlo de otra manera: si queremos
despertar la naturaleza onírica de la realidad, podemos cultivar la compasión,
que es su expresión.
Este es un sueño de masas compartido
en el que todos somos responsables y cómplices. Todos estamos en colaboración
soñando e ideando lo que está sucediendo en nuestro mundo. No somos sólo
observadores pasivos de lo que se está desarrollando en nuestro planeta, sino
participantes activos. Jung lo dijo que con gran elocuencia:
Los grandes acontecimientos de la historia
mundial son, en el fondo, profundamente insignificantes. En última instancia,
lo esencial es la vida de la persona. Esto sólo hace historia, aquí solo tienen
lugar primeramente las grandes transformaciones, y todo el futuro, toda la
historia del mundo, en última instancia, brotan como una suma gigantesca de
estas fuentes ocultas en las personas. En nuestra vida más privada y subjetiva,
no sólo somos los testigos pasivos de nuestra época, y quienes la padecen, sino
también sus creadores. Hacemos nuestra propia época.
Jung continuó con la idea de que
cuando reconocemos nuestra complicidad: «Un hombre sabe también que lo que está
mal en el mundo está mal también en él mismo, y si sólo aprende a lidiar con su
propia sombra, habrá hecho algo real para el mundo. Habrá logrado asumir al
menos una parte infinitesimal de los gigantescos problemas no resueltos de
nuestro tiempo.
La forma de cambiar nuestro mundo es a
través del individuo, una persona a la vez. Cualquiera de nosotros
metabolizando la sombra inconsciente, mientras es activada en nuestra vida
diaria afecta instantáneamente a todo el universo, ya que no estamos separados
unos de otros. Como Jung señaló, si el inconsciente es «…apropiadamente tratado
sólo en un lugar, es influenciado en su conjunto, es decir, al completo y
simultáneamente en todas partes.» Debido a nuestra interconexión, cualquiera de
nosotros que reconozca las raíces psíquicas subyacentes de la locura colectiva
que está escenificándose en el mundo afecta a todo el campo, y allana el camino
para la toma de consciencia colectiva. Jung dijo: «…al igual que el
inconsciente nos afecta, así también el aumento de nuestra consciencia afecta
el inconsciente.»
El inconsciente, en su manifestación
como una psicosis colectiva, nos está revelando que la clave para resolver
nuestra crisis mundial reside en la consciencia misma. Cualquiera de nosotros
en darse cuenta de esto, podría ser el grano de arena que inclina la balanza
para toda la humanidad y precipita un despertar colectivo de la consciencia que
ha sido incapaz de manifiesto hasta ahora. ¡Imagina eso!
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